La hora, media noche, en la próxima hora solo dos personas me soportan pero ninguna de las dos está conectada así que decidí publicar aquí para largarme ya a dormir antes de entristecerme yo solita dasdasdad xD tengo serios problemas pero bueno, han pasado muchas cosas a lo largo de estos días. Unas cosas que aún sigo sin creerlas y otras que bueno, me hicieron abrir los ojos (: no me arrepiento de nada a pesar de que puedo llegar a sentirme inmadura y tonta por todo lo que esta pasando. Pero espero haber tomado la mejor decisión cuando hice aquella elección, creo que era momento ya de dejarme engañar y seguir mi camino. Todo pasa por algo en esta vida y si de plano era el momento de sacar a personas de mi vida ese momento llegó. Aún así les agradezco a esas personas por todos los momentos maravillosos que viví a su lado pero pues al final nuestro destino no era el de seguir en esa amistad que yo creía era imperturbable pero ¡sorpresa!...
Don´t lie with a smile!
Café
Entraba a la cafetería, dentro de unos minutos sería mi
turno para cubrir en la caja. Fui a la parte trasera del local, el lugar estaba
algo lleno nada fuera de lo común. Sería como todos los días, desde que entré a
trabajar allí.
Tomé mi uniforme y me cambié tan rápido como pude. Alisé
un poco mi cabello que se encontraba alborotado debido a la carrera que tuve
que echar al ver que podría llegar tarde y salí. Toqué el hombro de la chica
que le tocaba antes que a mí y le sonreí indicando que ya era mi turno.
-¡Oh! Gracias. –Me pellizcó una mejilla.-Siempre tan
puntual.
Yo solo seguí con mi sonrisa, ella se fue rápido y me
posicioné detrás de aquella caja registradora. Esperé, minutos, horas. Venían y
salían personas. Lo normal. Faltaban unos escasos 15 minutos para cerrar el
local, solo habían unas 3 personas en este y una de ellas ya estaba planeando irse
a mi parecer.
Afuera la luna iluminaba el frío camino a los hogares, ya
eran cerca de las 8 y 30. Estaba por contar el dinero de la caja para cerrar
las ventas del día de hoy cuando escuché la campanilla que indicaba otro
cliente.
Alcé la vista para darle la bienvenida pero mi habla se fue,
frente a mí se encontraba un chico de cabellera negra y ojos grandes, uno que
en mi vida había visto y que parecía sacado de algún comercial o programa de
televisión. Y no es como si nunca hubiese venido uno por aquí, pero este tenía
algo especial que hacía que no pudiese apartar la mirada de él.
Le echó una mirada rápida al local mientras caminaba
hacia mí, los nervios me estaban matando. No sabía qué hacer, solo me quedé
mirando como idiota. Y entonces vi la sonrisa más hermosa que en mi vida había
visto. ¡Me estaba sonriendo!
-Hola. –Saludó y yo solo me quedé en blanco. -¿Podrías
decirme donde queda este lugar?
Me extendió un papel blanco, yo seguí sin decir nada pero
igual asentí mientras tomaba el papelito. Leí la dirección, realmente no le
sería de mucha ayuda. Realmente no conocía esa dirección.
-L-lo siento. –Respondí con pena. –No reconozco esta
dirección.
-¿Enserio? Bueno no te preocupes. –Trató de hacerme
sentir mejor. –Creo que seguiré buscando.
Estaba por salir cuando al fin el habla y la cordura
volvieron a mí, aunque no como yo esperaba.
-¡Espera!-Le grité, él se detuvo. -¿No quieres algo de tomar?
–Ofrecí con las mejillas sonrojadas.
-¡Oh, cierto! –Volvió sus pasos y miró el menú que estaba
pegado a mis espaldas. –Un café no me vendría mal con este tiempo, pero creo
que ya están por cerrar ¿no?
-N-no se preocupe, yo puedo prepararlo. –Me ofrecí sin
chistear, otra sonrisa apareció en su rostro.
-Gracias. –Se sentó sobre la pequeña barra a esperar.
Yo no demoré en hacer aquella taza humeante de café para
entregársela cuidadosamente. No supe cuanto tiempo me le quedé observado y
mucho menos supe en qué momento nos quedamos solos en aquel lugar pero cuando
recibí de vuelta la mirada no pude evitar sonrojarme aún más.
Terminó su taza y se dispuso a pagar cuando yo me estaba
cerciorando de la parte trasera viendo si estaba todo bien cerrado para cuando
me marchara.
-Disculpa. –Me habló, yo corrí para atenderlo. -¿Cuánto
es?
-No, no te preocupes. Esto va por la casa, tómalo como
una disculpa por no poder ayudarte con lo de tu dirección. –Le sonreí.
-Oh, muy bien. Muchas gracias. –Él era alto, mucho más
alto que yo por lo cual no le fue difícil llevar una mano a mi cabello para
despeinarlo. –Espero verte de nuevo.
Salió del local, dejándome con una sonrisa boba y sin
compañía más que de mis ilusiones tontas.
-Yo también.-Dije para mí.
Cerré la puerta y le eché llave. Para dirigirme a mi
hogar más que feliz. Definitivamente este día no había sido normal terminando
así con una sonrisa estúpida sobre mi rostro.